lunes, 26 de mayo de 2008

lunes, 5 de mayo de 2008

“La desmemoria/4”

Chicago está llena de fábricas. Hay fábricas hasta en pleno centro de la
ciudad , en torno al edificio más alto del mundo. Chicago está llena de
fábricas, Chicago está llena de obreros.

Al llegar al barrio de Heymarket, pido a mis amigos que me muestren el lugar
donde fueron ahorcados, en 1886, aquellos obreros que el mundo entero saluda
cada primero de mayo.
-Ha de ser aquí- me dicen . Pero nadie sabe.
Ninguna estatua se ha erigido en memoria de los mártires de Chicago en la
ciudad de Chicago. Ni estatua, ni monolito, ni placa de bronce, ni nada.

El primero de mayo es el único día verdaderamente universal de la humanidad
entera, el único día donde coinciden todas las historias y todas las
geografías, todas las lenguas y las religiones y las culturas del mundo; pero
en los Estados Unidos, el primero de mayo es un día cualquiera. Ese día la
gente trabaja normalmente, y casi nadie o nadie, recuerda que los derechos de
la clase obrera no han brotado de la oreja de una cabra, ni de la mano de
Dios o del amo.

Tras la inútil exploración de Heymarket, mis amigos me llevan a conocer la
mejor librería de la ciudad. Y allí, por pura causalidad, descubro un viejo
cartel que está como esperándome, metido entre muchos otros carteles de cine
y música rock.

El cartel reproduce un proverbio del África: hasta que los leones tengan sus
propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al
cazador.

(de “El libro de los abrazos”, Eduardo Galeano)

como bien dijo Marcelino Camacho "ni nos doblegaron, ni nos domesticaron ni nos van a domesticar" -gràcies Bolo por tratar de no ser un desmemoriado-