domingo, 10 de junio de 2007

sómos, como eses viejos árboles

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas.

Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos.

Defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias.

Defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres.

Defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y de la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa.

Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar y también de la alegría

-Mario Benedetti-

siempre he sentido admiración por la gente que lleva una sonrisa por bandera, esas personas que encandilan con su fuerza y pasión por la vida, que no se dejan doblegar por las adversidades, que disfrutan cada momento de la vida, que viven y no sobreviven, que te ayudan a levantarte cuando lo necesitas, que no piden nada a cambio, que disfrutan por todas esas pequeñas cosas que nos da la vida.

Tristemente el tiempo pasa inexorablemente fugaz, tan rápido que a veces nos ahoga y aprieta hasta casi desfallecer y no nos damos cuenta de que hemos vivido.

Gracias a todas las personas que llevan una sonrisa por bandera, mi infinita admiración.

(Para Väike: gràcies per estar sempre ahi i per estimar tant a la vida, saps que tens un tros del meu cor i et prometo que un dia tornaràs a estar orgullós del meu, gràcies per ser tu mateixa)

1 comentario:

Elisa dijo...

Es verdad, supongo que muchas veces no damos la importancia que se debería a aquellas personas que nos reciben siempre con una sonrisa, que miran la vida siempre así, y que sin tú darte cuenta, nada más verlas te animan y alientan.