lunes, 30 de julio de 2007
home sweet home!!!
Por fin me arreglaron la cámara, asi que la he estado probando y mi casa de Madrid me ha servido de modelo, a ver que os parece.
La verdad es que mi casa es muy mona, chiquitina pero acogedora, al menos eso dicen y de compañero de piso no me puedo quejar, es muy buena gente, demasiado porque últimamente no hace más que venir gente a dormir y parece una casa okupa, demasiada paciencia tiene conmigo, peor bueno, yo también tengo que soportarlo a veces porque el nene se ha comprado una guitarra eléctrica, q era un capricho que tenía de siempre y claro, yo imaginándome la típica guitarra española y cuando me lo encuentro en su cuarto con una guitarra eléctrica y con el ampli, ay amaaa!!! y lo peor es que no sabe tocar, está aprendiendo por internet.
Después de 4 meses viviendo aquí ya tenemos tv cedida gentilmente por un amiguete de aquí que me "amenazó" con darsela a otro si no ibamos a por ella, asi que nos tocó cargar con ella que parecíamos que la estábamos robando.
La verdad es que lleva 4 días la tele y mi compi ni la ha visto y yo el otro día diciendo, joder, con lo que nos costó traerla habrá que utilizarla pero....no tengo ni idea de como funciona asi que sólo he podido coger telemadrid. ayer domingo perdí mi virginidad con la tv y me decidí a pulsarla, joer, carros de fuego, que guapa la peli, hacía más de 5 años que no veía una película en la tv y creo que será la última, como puede haber tantos anuncios???
Ah!! eso que dicen que las cocinas americanas son muy "cool", muy "chic" muy "fashion" en realidad son horribles porque se queda todo el olor en el salón y encima viviendo en un zulo se impregna el salón de olores tan frescos y sensuales como "pollos guisado" o eau de salchichas Hacendado.
Bueno pues ya que la habéis visto virtualmente no dudéis en hacerlo físicamente cuando os apetezca pasaros por la capi (no os la recomiendo en verano)
Abrazos y besinos
miércoles, 25 de julio de 2007
Las pequeñas memorias
Viajaba a mi lado en el tren desde Palencia a Madrid y me encantaba como iba describiendo los parajes de Castilla con una mirada tierna y bucólica, aquella tierra que recordaba de su niñez y adolescencia hasta que a los 14 años tuvo que emigrar de Palencia a andalucía.
tenía 80 años y me dijo que ya podía morir tranquila, que ya había cumplido su promesa, le pregunté cual era su promesa, me contestó que su deseo era despedirse la tierra que la vió nacer , me estuvo comentando las sensaciones que la produjo volver a pisar suelo castellano, de como había cambiado la estructura de la ciudad pero no en su esencia, de la sencilez de sus calles, de su luz y sempiterno cielo abierto.
Me pregunté que sentiría al saber que sería mi última oportunidad de vivir en la ciudad donde me nacieron, creo que recorrería todas sus entrañas sin dejar escapar ni un sólo recobeco, recordando con infinita nostalgia todas las vivencias ocurridas en cada uno de aquellos sitios tan entrañables para mí, creo que a la hora de morir me gustaría que mis cenizas descansasen al lado de una encina en el Monte el viejo al cobijo de su sombra.
Una sencilla y emotiva historia que me hizo recordar una entrevista que hicieron a Saramago cuando le preguntaron por sus abuelos en relación a su última novela que me emocionó, un pequeño brindis por la humanidad y por la gente que valora la ternura:
No todos tenemos un abuelo que cuando se iba a marchar a Lisboa para morirse pasó antes por su huerta para despedirse de sus árboles. Si olvidas algo como eso eres un idiota. Si no te alimentas de eso te estás perdiendo algo. Eran tan tiernos... Ponían los cerditos en la cama con ellos cuando estaban enfermos para que no se murieran. Tres o cuatro a la vez, debajo de la misma manta que ellos utilizaban. Con ese pasado, algo tenía que pasar.
-José Saramago-
tenía 80 años y me dijo que ya podía morir tranquila, que ya había cumplido su promesa, le pregunté cual era su promesa, me contestó que su deseo era despedirse la tierra que la vió nacer , me estuvo comentando las sensaciones que la produjo volver a pisar suelo castellano, de como había cambiado la estructura de la ciudad pero no en su esencia, de la sencilez de sus calles, de su luz y sempiterno cielo abierto.
Me pregunté que sentiría al saber que sería mi última oportunidad de vivir en la ciudad donde me nacieron, creo que recorrería todas sus entrañas sin dejar escapar ni un sólo recobeco, recordando con infinita nostalgia todas las vivencias ocurridas en cada uno de aquellos sitios tan entrañables para mí, creo que a la hora de morir me gustaría que mis cenizas descansasen al lado de una encina en el Monte el viejo al cobijo de su sombra.
Una sencilla y emotiva historia que me hizo recordar una entrevista que hicieron a Saramago cuando le preguntaron por sus abuelos en relación a su última novela que me emocionó, un pequeño brindis por la humanidad y por la gente que valora la ternura:
No todos tenemos un abuelo que cuando se iba a marchar a Lisboa para morirse pasó antes por su huerta para despedirse de sus árboles. Si olvidas algo como eso eres un idiota. Si no te alimentas de eso te estás perdiendo algo. Eran tan tiernos... Ponían los cerditos en la cama con ellos cuando estaban enfermos para que no se murieran. Tres o cuatro a la vez, debajo de la misma manta que ellos utilizaban. Con ese pasado, algo tenía que pasar.
-José Saramago-
sábado, 7 de julio de 2007
Fue un 20 de Agosto del 2002, mi mochila cargada de ropa, libros y sobre todo ilusiones, un año me esperaba en suecia, concretamente en Skövde, una pequeña ciudad universitaria de unos 60.000 habitantes aproximadamente.
2 de Agosto del 2007, cinco años más adelante vuelvo para allá y reencuentro con bastante gente, boda entre Nacho (Granaíno) y elin (Sueca) el día 4 a las 16:00 de la tarde en la pequeña ciudad de Lidköping.
La verdad es que no sé lo que sentiré cuando vuelva a pisar suelo sueco, creo que un crisol de emociones y sentimientos me vendrán a la cabeza.
El 1º día lo pasaremos en Göteborg, allí alquilaremos un coche y nos iremos el 2º día hasta Skövde y a la noche dirección Lidköping donde nos encontraremos con el resto de la gente, el domingo rumbo a Estocolmo y después quien sabe, lo que nos dicte el corazón y la gasolina...
Jamás podré agradecer lo suficiente todo lo que me dió suecia y toda la buena gente que conocí allá
Tack sa mycket Sverige!!
lunes, 2 de julio de 2007
Volver
Muchas de las pequeñas y cotidianas historias de Madrid sueceden en el metro, encerrado dentro de ese gusano de metal bajo tierra transcurren parada tras parada un ir y devenir de gente, miradas vacías que tú mismo vas poniendo historias, hasta que con los reflejos del cristal al entrar en la penumbre total descubres que tú tienes la misma mirada.
Los metros son fríos, lejanos, siempre se anda buscando el sitio donde permanezcas más alejado sin que invadan tu trocito de intimidad sumergiendo las miradas entre los periódicos gratuitos o simplemente cerrándo los ojos en ese viaje diario que te conduce a casa como un completo autómata.
En una de las estaciones entró un hombre menudo y con bastantes arrugas marcadamente profundas en su rostro, entraba con un violín, bastante viejo y desafinado y haciendo una leve reverencia dio las buenas tardes amablemente y arrancó con un tango ante el caso omiso e indiferencia de su público presente en ese momento en el vagón.
Escuchando las primeras notas de ese tango me vino a la mente irremediablemente mi abuelo, gran amante del tango, de su apreciado Carlos gardel, de su violín,de aquellas tardes cuando le pedía a mi abuelo si podía verle ensayar y me subía a su cama y apoyaba mi cabeza entre mis rodillas buscanso una posición lo más cómoda posible para escucharle.
Mi abuelo murió hace 2 años, y aun tengo en muchas ocasiones ese flash marcado en fuego cuando me despedí de él, en el hospital, postrado en la cama, sabiendo que era la última vez que le iba a ver, me hubiese gustado abrazarle tanto, decirle tantas cosas, pero desgraciadamente ser de lágrima fácil no me ayudó, darle las gracias... me dijiste que cuando volviese en 7 meses volveríamos a ir juntos al restaurante que tanto nos gustaba a comer caracoles y lechazo, sin saber que eso no volvería a suceder y a las 2 semanas me enteré de tu muerte y a más de 4000 kms de distancia, sólo, sin mi gente que pudiera consolarme me derrumbé, jamás sentí tanto dolor, tanto vacío, insignificante como una hormiga. Recuerdo que anduve y anduve sin rumbo, alejándome poco a poco de la gran urbe y exhausto después de tantas horas me tumbé junto a la playa, completamente cubierta de nieve, allí me quedé tumbado, no recuerdo el tiempo, mirando al cielo y viendo como iban cubriendo los copos de nieve mi rostro, tantos recuerdos me vinieron a la mente...aquellos paseos dominicales cuando ibamos en busca de tu cuadrilla y me apretabas las manos contra las tuyas porque las tenía congeladas en aquellos inviernos duros, aquellos viajes al norte de la provincia, en aquel pueblo que ahora tiene 2 habitantes, cuando nos contabas historias de tu infancia allá, en aquel molino donde viviste sin agua ni luz, de como te marcó la guerra y las penurias que pasaste, de cuando me decías que teníamos que hacer todo lo posible las generaciones venideras para que no volviese a haber tanto dolor en España, de como querías a mi abuela y se lo demostrabas diariamente, de tus historias cuando eras músico y viajabas con tu banda de pueblo en pueblo, de tus viajes y tu emoción contándolos, de tu amor por Palencia, de tu honradez y sacrificio, de tus ganas de vivir y tu amor por la vida, cuando se quedaban sorprendidos los médicos porque duraste 3 años más de lo que preveían y les seguías diciendo que pronto ibas a volver a casa con una gran sonrisa.
No pudiste viajar a Argentina, tu sueño, ojalá algún día pueda ir yo en tu nombre, lo tengo como promesa, te lo mereces, le bailaste un tango a la vida viejo.
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