lunes, 2 de julio de 2007

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Muchas de las pequeñas y cotidianas historias de Madrid sueceden en el metro, encerrado dentro de ese gusano de metal bajo tierra transcurren parada tras parada un ir y devenir de gente, miradas vacías que tú mismo vas poniendo historias, hasta que con los reflejos del cristal al entrar en la penumbre total descubres que tú tienes la misma mirada.
Los metros son fríos, lejanos, siempre se anda buscando el sitio donde permanezcas más alejado sin que invadan tu trocito de intimidad sumergiendo las miradas entre los periódicos gratuitos o simplemente cerrándo los ojos en ese viaje diario que te conduce a casa como un completo autómata.
En una de las estaciones entró un hombre menudo y con bastantes arrugas marcadamente profundas en su rostro, entraba con un violín, bastante viejo y desafinado y haciendo una leve reverencia dio las buenas tardes amablemente y arrancó con un tango ante el caso omiso e indiferencia de su público presente en ese momento en el vagón.
Escuchando las primeras notas de ese tango me vino a la mente irremediablemente mi abuelo, gran amante del tango, de su apreciado Carlos gardel, de su violín,de aquellas tardes cuando le pedía a mi abuelo si podía verle ensayar y me subía a su cama y apoyaba mi cabeza entre mis rodillas buscanso una posición lo más cómoda posible para escucharle.
Mi abuelo murió hace 2 años, y aun tengo en muchas ocasiones ese flash marcado en fuego cuando me despedí de él, en el hospital, postrado en la cama, sabiendo que era la última vez que le iba a ver, me hubiese gustado abrazarle tanto, decirle tantas cosas, pero desgraciadamente ser de lágrima fácil no me ayudó, darle las gracias... me dijiste que cuando volviese en 7 meses volveríamos a ir juntos al restaurante que tanto nos gustaba a comer caracoles y lechazo, sin saber que eso no volvería a suceder y a las 2 semanas me enteré de tu muerte y a más de 4000 kms de distancia, sólo, sin mi gente que pudiera consolarme me derrumbé, jamás sentí tanto dolor, tanto vacío, insignificante como una hormiga. Recuerdo que anduve y anduve sin rumbo, alejándome poco a poco de la gran urbe y exhausto después de tantas horas me tumbé junto a la playa, completamente cubierta de nieve, allí me quedé tumbado, no recuerdo el tiempo, mirando al cielo y viendo como iban cubriendo los copos de nieve mi rostro, tantos recuerdos me vinieron a la mente...aquellos paseos dominicales cuando ibamos en busca de tu cuadrilla y me apretabas las manos contra las tuyas porque las tenía congeladas en aquellos inviernos duros, aquellos viajes al norte de la provincia, en aquel pueblo que ahora tiene 2 habitantes, cuando nos contabas historias de tu infancia allá, en aquel molino donde viviste sin agua ni luz, de como te marcó la guerra y las penurias que pasaste, de cuando me decías que teníamos que hacer todo lo posible las generaciones venideras para que no volviese a haber tanto dolor en España, de como querías a mi abuela y se lo demostrabas diariamente, de tus historias cuando eras músico y viajabas con tu banda de pueblo en pueblo, de tus viajes y tu emoción contándolos, de tu amor por Palencia, de tu honradez y sacrificio, de tus ganas de vivir y tu amor por la vida, cuando se quedaban sorprendidos los médicos porque duraste 3 años más de lo que preveían y les seguías diciendo que pronto ibas a volver a casa con una gran sonrisa.
No pudiste viajar a Argentina, tu sueño, ojalá algún día pueda ir yo en tu nombre, lo tengo como promesa, te lo mereces, le bailaste un tango a la vida viejo.

3 comentarios:

Elisa dijo...

Jo Fa, qué bonito, me has dejado sin palabras, es uno de esos momentos en los que te gustaría decir muchas cosas, pero no te sale ninguna, así que no sabes si escribir comentario o no… en fin, lo he hecho, aunque sólo sea para decirte que la historia es preciosa y que espero de verdad que vayas a Argentina, es una gran promesa.

Ra dijo...

Y en ese homenaje demuestras que aún sigue vivo, porque tú lo recuerdas porque no pasó indiferente por tu vida ni por la de la gente que lo rodeó fueran más o menos. Porque él es parte de tu memoria, de tu memoria histórica y emocional. Simplemente lo querías y lo quieres. La Pampa te espera compañero!!!

Un abrazo fuerte

Ra

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